Evitar la contaminación en el pescado
En el sector pesquero hay varios tipos de productos: el pescado conocido como tal (atún, lenguado, rape, etc.), los crustáceos (gambas, langostinos) y los moluscos (almejas, mejillón, ostras, calamares, etc.). Los moluscos y los crustáceos tienden a nombrarse como marisco. Todos estos productos pueden proceder de la pesca directa o del cultivo en piscifactoría. En ambos casos, los productos pesqueros frescos casi no están contaminados por patógenos, sino que el mayor riesgo de contaminación coincide con el inicio del procesado y de la manipulación.
Sin embargo, estos productos pueden acumular ya contaminantes desde su captura. Es el caso de los contaminantes físicos, como arena en las conchas de los moluscos; la contaminación química, como la presencia de metales pesados en pescados de mayor tamaño -atún o pez espada-; o las toxinas que forman parte de la composición natural de algunos productos pesqueros. En los procedentes de la acuicultura pueden hallarse restos de medicamentos en caso de haberse administrado. Aunque algunos sí pueden controlarse, otros son muy difíciles de evitar.
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