Manejo de la cerda en lactación en épocas de calor
El confort térmico de las cerdas reproductoras se sitúa entre los 15 y los 20 ºC. En el caso de las cerdas lactantes se recomienda que las salas de parto estén a 22 ºC (21-23 °C); incluso se afina recomendando que esto sea alrededor del parto (durante los tres primeros días) y que posteriormente sea por debajo de los 19 °C. De todas maneras, con independencia de donde se ponga el límite, las cerdas lactantes son muy sensibles al calor, entre otras razones por el incremento de producción calórica propio de la lactogénesis.
El principal efecto de las altas temperaturas en la cerda lactante es una disminución del consumo de pienso, que le ocasiona una pérdida de peso y una reducción de la producción láctea. La cerda come menos para evitar un exceso de calor por la digestión. Así, se considera que por cada grado centígrado por encima de 22 ºC hay una disminución de la ingestión diaria que puede superar los 100-200 g/día. Este efecto es especialmente grave en primerizas. En cualquier caso, si las cerdas no comen bien y pierden excesivo peso durante la lactación, se ve afectada la eficiencia del siguiente ciclo, con un incremento de los intervalos destete-celo (problema de anestro) o destete-cubrición fértil (llegando a un problema de infertilidad estacional) y una disminución de la prolificidad; lo que supone una reducción de eficiencia técnico-económica.
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