Manejo quirúrgico de las fracturas de cúbito y radio
Las fracturas de cúbito y radio son bastante comunes en animales de compañía: constituyen hasta el 18 % del total de las fracturas [1].
El antebrazo posee un recubrimiento de tejidos blandos muy precario en comparación con otros huesos, por lo que las fracturas abiertas no son raras. En muchas ocasiones el hueso exteriorizado penetra de nuevo dentro de la piel; por ello, hay que buscar detenidamente orificios en el área fracturada para poder determinar si la fractura es realmente abierta o cerrada, lo cual puede influir en el manejo posterior de la fractura.
El porcentaje de no uniones en estas fracturas es muy alto. Algunos autores las han cifrado en casi la mitad de todas las no uniones de huesos largos que ocurren en el perro [2]. Esto se debe a que la vascularización metafisaria de las fracturas de tercio distal de radio, que son las más comunes, es muy lábil, especialmente en razas pequeñas y toys. Por otro lado, el pobre recubrimiento muscular en estas razas restringe el aporte vascular extraóseo y, por lo tanto, el desarrollo de callo perióstico.
El cúbito y el radio tienen una alta tasa de complicaciones en la cicatrización de las fracturas que no solo se corresponde a no uniones sino también a mal-uniones, osteomielitis, sinostosis y deformidades angulares debidas a cierres prematuros de placas de crecimiento.
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