Nutrición: Alimentación de precisión en terneras

Las terneras representan un coste importante en una explotación lechera (alimentación, instalaciones, mano de obra, etc); además, no suponen ningún beneficio hasta el primer parto. A menudo representan el 14 % o más del total de los gastos de la granja. El manejo de estas terneras debe realizarse de forma que se consigan animales de alta calidad, con el mayor potencial productivo y con un coste mínimo para el productor y el medio ambiente.

En los últimos diez años se han realizado muchas investigaciones a este respecto. Los trabajos más antiguos (entre los años 1990 y 2000) se centraron en las necesidades de las terneras, la ganancia media diaria (GMD) y la relación entre la edad y el primer parto, y los efectos de varios índices de crecimiento, tanto antes como después de la pubertad, sobre la lactación. Mediante metaanálisis se determinó que la tasa óptima de crecimiento para una ternera Holstein después de la pubertad era de 800 g al día. Otros trabajos mostraban que la tasa de crecimiento después de la pubertad no afectaba al rendimiento de la lactación posterior. Sin embargo, en el momento del primer parto, las novillas necesitan haber alcanzado el 85 % o más de su peso corporal maduro y el 96 % de su altura para llegar a la óptima producción de leche. También se sabe que las terneras que paren entre los 22 y los 26 meses de edad son las que más cantidad de leche producen. Por lo tanto, las terneras deben parir entre los 22 y los 24 meses de edad y alcanzar el 85 % de su peso corporal maduro para minimizar los costes de su crianza y maximizar su rendimiento.

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