Procesionaria: la peor pesadilla de un perro
Se llaman orugas procesionarias del pino y es muy probable que alguna vez se las haya encontrado moviéndose por el suelo de un pinar en un camino en cabalgatas de decenas de ejemplares. Ese espectáculo natural no sólo llama la atención de los humanos; también de los perros. Los más curiosos pueden perder la vida en el intento de saber a qué saben los graciosos gusanos.
Las orugas siempre están ahí, pero en esta época se cruzan con los humanos y sus mascotas. A comienzo de primavera, la subida de las temperaturas provoca el reflejo de enterramiento. Las orugas, bajan de los nidos (esas bolas blancas en los pinos) y recorren el suelo en búsqueda de un lugar en el que enterrarse para hacer una crisálida y romperla en julio ya convertidas en mariposa. Se mueven en línea en una procesión (de ahí su nombre) pilotada por una hembra y en ese momento serían una presa facilísima para los depredadores si no fueran venenosas.
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